Hola, querido hiver.
Ya se ve y se siente el otoño. Se ve en las hojas que amarillean y caen secas al suelo, envolviéndolo en un manto marrón. Se siente con los primeros fríos que piden cambiar de ropas buscando abrigo. Comienza un nuevo ciclo.
La última parte del año suele pasarme volando. Cuando comienzo a olvidarme del verano empiezan las fiestas patronales de mi ciudad, cuyo día principal es el 12 de octubre. Solo asisto a algún evento suelto por evitar las multitudes, pero es inevitable percibir el ambiente festivo que lo impregna todo. Cuando me repongo de su resaca llega Halloween que aquí era hasta hace poco Todos Los Santos y tenía un matiz contrario. Luego viene el puente de la Constitución y de la Inmaculada que son el 6 y 8 de diciembre. Y termino con la Navidad.
El tercer trimestre se convierte en una carrera de eventos sucesivos que por un lado me recuerdan lo rápido que se pasó el año y, con él mi propia vida. Sin quererlo me sorprendo preguntándome si lo aproveché tanto como pude, si estoy satisfecha con lo que hice. Nunca encuentro la respuesta, pues en tantos días da tiempo de que pase de todo y la mayor parte no estuvo en mis manos. Solo mis reacciones y respuestas ante las circunstancias de cada momento.
En esta semana mis reflexiones estoicas giraban en torno al miedo. Lo conozco bien, ya que mis problemas de ansiedad generalizada son una suerte de miedo ante lo que no puedo controlar. Lo que trabajo constantemente es que no sea el miedo quien me controle a mí. Quien lo haya pasado me entenderá.
Los ataques de pánico son parte del pasado, al menos por ahora, pues nunca se sabe. En cuanto noto esa punzada en el estómago y ese aceleramiento de mi corazón y pensamientos en bucle, he aprendido a parar y hacer varias respiraciones profundas para calmarme. De este modo evito que se disparen. Cada vez pasa más tiempo entre episodios y los corto más rápido.
El miedo no es negativo. Si no tuviéramos miedo andaríamos sin precauciones de ningún tipo y los accidentes se multiplicarían. Lo necesitamos para mantenernos vivos sorteando los peligros. Lo que puede perjudicarnos es reaccionar de manera desproporcionada ante las situaciones. Ese estrés y el torrente de neuro transmisores que generamos dañan nuestro cuerpo poco a poco. De ahí que la reflexión y la meditación contrarresten sus malos efectos gracias a la calma y la paz mental que proporcionan.
Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!
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©️Copyright 2024 Paloma Peña Pérez. Todos los derechos reservados.
Hi, dear hiver.
Autumn can already be seen and felt. You can see it in the leaves that are yellowing and falling dry to the ground, wrapping it in a brown cloak. You can feel it in the first chills that call for a change of clothes in search of shelter. A new cycle begins.
The last part of the year usually flies by. When I start to forget about the summer, my town's patron saint festivities begin, the main day of which is 12 October. I only attend the odd event to avoid the crowds, but I can't help but notice the festive atmosphere that pervades everything. When I recover from its hangover, Halloween arrives, which until recently was until recently All Saints' Day and had an opposite nuance. Then comes the long weekend of the Constitution and the Immaculate Conception on 6 and 8 December. And I finish with Christmas.
The third quarter becomes a race of successive events that on the one hand remind me how quickly the year has passed and, with it, my own life. Unwittingly I catch myself wondering whether I made the most of it, whether I am satisfied with what I have done. I can never find the answer, because in so many days there is time for everything to happen and most of it was out of my hands. Only my reactions and responses to the circumstances of the moment.
This week my stoic reflections revolved around fear. I know it well, as my generalised anxiety issues are a kind of fear of what I can't control. What I am constantly working on is that it is not fear that controls me. Anyone who has been through it will understand me.
Panic attacks are a thing of the past, at least for now, because you never know. As soon as I feel that twinge in my stomach and that racing heart and looping thoughts, I have learned to stop and take several deep breaths to calm down. This way I avoid triggering them. More and more time passes between episodes and I cut them off quicker.
Fear is not negative. If we were not afraid we would walk without any precautions and accidents would multiply. We need it to stay alive by avoiding dangers. What can harm us is to overreact to situations. This stress and the flood of neurotransmitters we generate gradually damage our body. That is why reflection and meditation counteract its bad effects through the calmness and peace of mind they provide.
See you next time. In the meantime, take care!
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